Vivimos en un planeta con recursos naturales finitos pero con una población en aumento cuyas necesidades son ilimitadas. La oferta de los metales preciosos es muy limitada y según varias fuentes indican que la producción está tocando techo.
Nadie advierte que vayamos a quedarnos sin oro y sin plata, sobre todo en el corto o medio plazo, pero la evidencia está ahí. Aunque la oferta de estos metales en la superficie es limitada, en el subsuelo es bastante abundante, aunque en pequeñas cantidades. Los datos más recientes indican que la producción de las minas está alcanzando su cénit.
Este fenómeno es más evidente en el caso del oro, ya que la producción procede de grandes minas en las que solo se encuentra este metal, mientras que la plata es un producto derivado de otros metales, como el zinc o el cobre. Por ello, es más difícil de identificar con exactitud el cénit de la producción de la plata.
La tecnología actual permite escanear con radar la práctica totalidad de la corteza terrestre e identificar los depósitos de estos metales, los cuales en los últimos años se están localizando con mucha dificultad, por lo que muchos analistas piensan que ya no existen nuevos grandes depósitos.
Por ejemplo, Sudáfrica, que durante muchos años fue el mayor productor de oro del mundo alcanzó su máximo de producción en 1970 con 1.000 toneladas métricas, sin embargo, el año pasado solamente llegó a 200, una caída del 80 % en un país que había llegado a ser el mayor productor mundial. Este fenómeno se ha visto compensado por el aumento de la producción de oro por parte de China, que se sitúa en el primer puesto mundial.
Sea cual sea el momento en el que la producción de estos metales toque techo, los precios responderán con fuertes subidas en los próximos años. En el caso de una disminución de la oferta de la plata y un aumento en su precio, podría sustituirse en la industria el uso de este metal en muchas de sus aplicaciones, aunque la demanda de plata por parte de los inversores particulares e institucionales podría ser lo suficientemente sólida como para compensar ese fenómeno.
Según la consultora Thomson Reuters GFMS, el pasado año 2016 fue cuando se alcanzó el cénit de producción de oro, que desde ahora empezará a caer. Por otro lado, instituciones como Goldman Sachs, BMO Capital Markets y Bloomberg publicaron informes y artículos hablando de la posibilidad de estar alcanzando ese cénit.
En el caso del oro, la oferta asciende a 170.000 toneladas, dentro de las cuales entre 30.000 y 40.000 toneladas está en manos de los bancos centrales. En el caso de la plata, ante un aumento de la demanda y una oferta que ligeramente tienda a disminuir, una subida de los precios compensaría ese déficit físico, hasta alcanzar un determinado punto de equilibrio.
No obstante, lo que está claro es que la ley de la oferta y la demanda no refleja exactamente los precios de mercado, ya que hay mucha gente que no saben que para vender activos no es necesario hacerlo de forma física, sino mediante derivados financieros. Por ejemplo, en el caso de la plata, a lo largo de este año el número de contratos de futuros vendidos ha alcanzado máximos históricos, muy por encima de su producción anual. Estos contratos de futuros por valor de miles de millones de dólares provocan bajadas en los precios de la plata del 1% o 2%, pudiendo caer 0,5 dólares en cuestión de minutos y sin tener en cuenta noticias o datos macroeconómicos que puedan haber originado esos descensos.
Es por ello que muchas personas se sorprenden que el precio de los metales no tienda a subir más en los últimos años, y no se refleje la ley de la oferta y la demanda. La culpa de esto puede atribuirse a grandes bancos internacionales que han sido acusados de manipular el precio del oro. La Comisión de la Competencia de Suiza investigó a Deutsche Bank, HSBC, Barclays, Morgan Stanley, UBS, Julius Baer y Mitsui, por estar involucrados en este gran fraude financiero a escala global. Manipular el precio de un activo con la venta de contratos de futuros permite presionar a la baja su precio, y poder adquirirlo físicamente a un menor coste.
A lo largo de estos últimos años, la compra de metales preciosos por parte de bancos de inversión y bancos centrales ha sido abundante. Un ejemplo de ello es JP Morgan, uno de los bancos de inversión más grandes del mundo, cuyas existencias de plata física, desde 2012, han pasado de menos de 5 millones de onzas a 55 millones (1 onza troy = 31,103 gramos). Los bancos centrales de China y Rusia han acelerado la acumulación de oro desde el inicio de la crisis económica de 2008, debido a la debilidad del dólar y a la enorme deuda de Estados Unidos.
A medida que la economía se desacelera, los bancos centrales se refugian en el oro, lo que significa que alterar el precio del metal por parte de grandes bancos, como ha señalado la comisión de la competencia de Suiza, reporta enormes beneficios.
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Cotización del oro desde 2000 hasta septiembre de 2017
Fuente: Investing.com |
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Reservas de oro de Rusia
Fuente: tradingeconomics.com
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Reservas de oro de China
Fuente: tradingeconomics.com |